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El caballo, transmite impulsos rítmicos a la cintura pélvica, columna vertebral y miembros inferiores que influyen sobre el tono muscular, el equilibrio, la coordinación y la destreza muscular, aunque hay pocos estudios, se considera que los movimientos de una persona a caballo simulan los movimientos de la pelvis y el tronco de una persona caminando, además durante el contacto del paciente con el caballo este le transmite calor que ayuda a relajar los músculos del mismo.
Por otro lado, al montar a caballo se activan los flujos ascendentes y descendentes de información en el sistema nervioso, la información propioceptiva que se genera mejora la percepción del esquema corporal, las reacciones de equilibrio y el control postural todo lo que favorece el aprendizaje motor.
El desplazamiento del caballo moviliza el centro de gravedad del jinete con una cadencia variable rítmica y repetitiva. Cada paso completado del caballo impone movimientos a la cadera de derecha a izquierda, hacia arriba y hacia abajo, hacia delante y hacia detrás, con movimientos de rotación asociados, desencadenando ajustes corporales necesarios para mantener el equilibrio. El paciente no enfrenta pasivamente el movimiento sino que se ve obligado a reaccionar ante los estímulos que representa el movimiento del caballo, mientras el jinete trata de mantener el equilibrio sus músculos se ven obligados a reaccionar.
Durante una sección de tratamiento el niño puede recibir tanto estimulación vestibular: a partir del movimiento del caballo, como estimulación propioceptiva: por medio de la presión que recibe en sus caderas, miembros inferiores en contacto con el animal. , estimulación táctil por medio del contacto con el pelo del animal. , motora, por los ajustes motores que debe realizar para mantener la postura y el equilibrio en respuesta a los movimientos del animal.
